Ariel Dorfman, 1971 - - "Para leer al Pato Donald" -Critica imperialismo Disney

Publicado por chavo_del6, Junio 16, 2015, 12:29:47 PM

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chavo_del6


Mattelart y Ariel Dorfman, Sociologo que establece paralelos entre los "siniestros mensajes" de historietas de Disney debajo de un manto de inocencia infantil.

Texto completo
http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/dorfman_mattelart_para_leer_al_pato_donald.pdf


Sobre los "indigenas" recurrentes:

Pero, ¿qué pasa con las tierras?"Una gran compañía de gas se hará cargo de todos los trabajos y pagará bien a la tribu." Es la política imperialista más descarada. Frente a estafadores pretéritos y presentes, que se quedaron para colmo en la etapa artesanal, está el gran Tío Compañía, que con justicia resolverá los problemas. No es malo el que viene de afuera, sólo el que no paga "justicieramente " es perverso. Por oposición, la compañía es maravillosa. Pero hay más. Se abre un hotel y comienzan las excursiones. Los indios permanecen en su fondo natural con tal de ser consumidos turísticamente. La condición de su "riqueza " es que no se muevan. Estos dos últimos ejemplos insinúan ciertas diferencias con la política clásica de un colonialismo burdo.


Tal vez, donde más claro se observe este fenómeno sea en D 432 (escrito en 1962, en pleno auge de la Alianza para el Progreso), donde los indios de Aztecland son convencidos por Donald de que los conquistadores son cosa del pasado, venciendo simultáneamente a los chicos malos, conquistadores contemporáneos."¡Esto es absurdo! ¡Los conquistadores ya no existen!" El botín del pasado es un delito. Se criminaliza el pasado, y se purifica el presente borrando su prontuario. No hay para qué seguir ocultando los tesoros: los patolandeses, que además han demostrado su bondad cuidando caritativamente a una ovejita perdida, sabrán defender a los mexicanos."Visite Aztecland. Entrada: un dólar." La geografía se hace tarjeta postal y se vende. El anteayer no puede avanzar ni cambiar, porque eso destruiría la afluencia turística. Las vacaciones de los metropolitanos se transforman en el vehículo de la supremacía moderna, y además volvemos a ver cómo se guarda incólume la virtud natural y física del buen salvaje. El reposo en esos lugares ya es un adelanto, un cheque en blanco, sobre la regeneración purificadora por medio de la comunión con la naturaleza.

Todos estos ejemplos tienen en común nutrirse de estereotipos internacionales. Quién podría negar que el peruano (en Inca-Blinca, TB 104) es somnoliento, vende greda, está acuclillado, come ají caliente, tiene una cultura milenaria, según los prejuicios dislocados que se proclaman en los afiches publicitarios mismos. Disney no descubre esta caricatura, pero la explota hasta su máxima eficacia al encerrar todos esos lugares comunes sociales, enraizados en las visiones del mundo de las clases dominantes nacionales e internacionales, dentro de un sistema que afianza su coherencia. Estos clisés diluyen la cotidianidad de estos pueblos a través de la cultura masiva.

Un tropel (notemos cómo los aglutinan) de iracundos desfila fanáticamente y Donald (TR 40) los invita a desviar su trayectoria para tomar limonada en el boliche de sus sobrinos (Tío Rico quiere comprobar su honradez): "Ahí va un grupo sediento... ¡Eh, gente! ¡Tiren sus estandartes y tomen limonada gratis!". Como una manada de búfalos le arrebatan el dinero a Donald, olvidan la paz y sorben ruidosamente. Para que vean que son unos alborotadores hipócritas, venden sus ideales por un vaso de limonada.

La guerra de Vietnam resulta un mero intercambio de balas desenchufadas e insensatas, y la tregua, en una siesta."¡Rha Thon sí, Patolandia no!", grita un guerrillero apoyando al ambicioso dictador (comunista) y dinamitando la embajada de Patolandia. Al advertir que anda mal su reloj, el vietcong dice: "Queda demostrado que no se puede confiar en los relojes del "paraíso de los trabajadores "". La lucha por el poder es meramente personal y excéntrica: "Todos quieren ser gobernantes"."¡Viva Rha Thon! Dictador del pueblo feliz " es el grito, y se agrega, en un susurro, o "infeliz". El tirano defiende su parcela: "Mátenlo. No dejen que estropee mi revolución". El salvador en esta situación caótica es el príncipe Encanh Thador o Yho Soy, formas del egocentrismo mágico. Ól viene a reunificar el país y a "pacificar " al pueblo. Finalmente debe triunfar, porque los soldados rehúsan las órdenes de un jefe que ha perdido su carisma, que no es "encantador". Soldado 1: "¿Para que sigan estas tontas revoluciones?". Soldado 2: "No. Creemos que es mucho mejor que haya un rey en Inestablestán, como en los buenos tiempos". Y para cerrar el circuito y la alianza, Tío Rico regala "estas riquezas y el elefante a Inestablestán ", tesoros que le pertenecían antes a ese pueblo. Uno de los sobrinitos comenta: "La gente pobre puede hacer uso de ellas". Y por último, tantas ganas tiene Tío Rico de volver de este remedo de Vietnam, que promete: "Cuando vuelva a Patolandia, haré incluso algo más. Devolveré la cola de un millón de dólares del elefante de jade".

BlackAdam

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